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sábado, 25 de abril de 2015

Mujeres usadas por Dios



Mujeres usadas por Dios

Ya que es del conocimiento de todos que las mujeres constituyen más de la mitad de la iglesia del Señor Jesucristo, es importante que entendamos el rol que Dios tiene para ellas dentro del cuerpo. En la mayoría de las iglesias y de los ministerios, las mujeres son vistas como trabajadoras de valor, pues ellas con frecuencia hacen la mayoría de las cosas en el ministerio.

Pero no todos están de acuerdo con los roles para las mujeres. Las mujeres con frecuencia están restringidas para trabajar en ciertas áreas del ministerio que tienen que ver con el liderazgo y la prédica dentro de la iglesia. Algunas iglesias aceptan el pastorado de las mujeres; otras iglesias no. Algunas iglesias permiten que las mujeres enseñen, en tanto que otras no. En ciertas congregaciones no se les permite a las mujeres que hablen durante los servicios de las iglesias. Muchos de estos desacuerdos se deben a falsas interpretaciones de varias palabras que Pablo dijo acerca de los roles de las mujeres, las cuales se encuentran en 1 Corintios 14:34-35 y Timoteo 2:11-3:7. Estas escrituras serán el enfoque de nuestro estudio, particularmente al final de este capítulo.

Desde El Inicio

Para comenzar, vamos a considerar las escrituras desde sus primeras páginas que hablan acerca de las mujeres. Las mujeres, al igual que los hombres, son creadas a la imagen de Dios:“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27).Por supuesto que sabemos que Dios creó a Adán antes que a Eva, y esto es, de acuerdo con Pablo, un hecho verdaderamente significativo (ver Timoteo 2:3). Consideraremos después el significado de este orden de la creación que Pablo explica; sin embargo, esto no prueba que los hombres son superiores a las mujeres. Sabemos que Dios creó a los animales antes que a los seres humanos (ver Génesis 1:24-28) y nadie diría que los animales son superiores a la gente.[1]La mujer fue creada para ser la ayuda de su esposo (ver Génesis 2:18). De nuevo, esto no prueba su inferioridad, sino que sólo revela su rol en el matrimonio.

El Espíritu Santo se nos ha dado como ayuda, pero Él no es inferior a nosotros. Al contrario, ¡Él es superior a nosotros! Y bien se puede decir que la creación de la mujer por parte de Dios, como ayuda del esposo, ¡prueba que los hombres necesitaban ayuda! Fue Dios el que dijo que no era bueno que el hombre estuviera solo (ver Génesis 2:18). Esta verdad se ha comprobado en incontables oportunidades a lo largo de la historia al ver el fracaso de los hombres cuando carecen de la ayuda de sus esposas. Finalmente, podemos notar desde las páginas iniciales de Génesis, que la primera mujer fue formada de la carne del primer hombre. Ella fue tomada de él, señalando el hecho de que a él le falta algo sin ella y que originalmente los dos eran uno. Más aún, lo que Dios separó llegaría a ser uno de nuevo por medio de la unión sexual, un medio que no sólo serviría para el propósito de la procreación, sino también para la expresión del amor y el disfrute del placer mutuo, razón por la cual los dos dependen uno del otro.Todas las cosas acerca de estas lecciones de la creación, están en contra de la idea de que un sexo sea superior al otro, o de que uno tenga más dominio sobre otro. Y sólo porque Dios ha diseñado diferentes roles para la mujer en el matrimonio o en el ministerio, esto no tiene nada que ver con su grado de igualdad con los hombres en Cristo, en quien “no hay hombre ni mujer” (Gálatas 3:28).

Las Mujeres en el Ministerio en el Antiguo Testamento

Tomando en cuenta las verdades anteriores, consideremos ahora algunas de las mujeres que Dios usó para lograr su divino propósito en el Antiguo Testamento. Es innegable, que Dios primeramente llamó a los hombres al ministerio durante el tiempo del Antiguo Testamento, igual que lo hizo durante el Nuevo Testamento. Las historias de los hombres como Moisés, Aarón, Josué, José, Samuel y David llenan las páginas del Antiguo Testamento.Sin embargo, muchas mujeres, se levantaron en este tiempo probando que Dios puede escoger, llamar y usar a quien Él desee, y las mujeres que han sido equipadas por Dios, son capaces de hacer la tarea a la cual Él las ha llamado. Antes de hablar específicamente de alguna de estas mujeres, debemos notar que cada gran hombre del Antiguo Testamento nació de una mujer y fue criado por ella. No habría existido un Moisés sin una mujer llamada Jocabed (ver Éxodo 6:20). No hubiera existido ninguno de los grandes hombres de la Biblia si no hubiera sido por las madres de estos hombres. A las mujeres se les ha dado la gran responsabilidad y ministerio digno de alabanza de criar a los hijos en el Señor (ver 2 Timoteo 1:5).

Jocabed no sólo fue la madre de dos hombres llamados por Dios, que eran Moisés y Aarón, sino también de una mujer llamada por Dios, la hermana de ellos, que era profeta y líder de adoración, la cual se llamaba María (ver Éxodo 15:20). En Miqueas 6:4, Dios le da la categoría de líder de Israel junto con Moisés y Aarón: “Te hice subir de la tierra de Egipto, te redimí de la casa de servidumbre y envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María” (énfasis agregado). Por supuesto, que el rol de liderazgo de Maria en Israel no era tan dominante como el de Moisés. Ahora, como profeta, Maria habló en el nombre de Dios, y pienso que es seguro el pensar que el mensaje de Dios a través de ella no sólo era dirigido a las mujeres, sino también a los hombres de Israel.

Una Mujer es Juez Sobre Israel Otra muje

r a la cual Dios levantó como líder en Israel fue Débora, quien vivió durante los tiempos de los jueces de Israel. Ella también era profeta, y fue una Juez de Israel con la misma igualdad de Gedeón, Jefté y Sansón mientras vivieron. Se nos informa que “los hijos de Israel acudían a ella en busca de justicia” (Jueces 4:5). Así que ella administraba justicia tanto para los hombres como para las mujeres. No puede haber error en lo siguiente: Una mujer le decía a los hombres lo que tenían que hacer, y Dios la ungió para eso.Como la mayoría de las mujeres a las que Dios llama al liderazgo, Débora aparentemente enfrentó por lo menos a un hombre que tenía la dificultad de recibir la palabra de Dios a través de una mujer. Su nombre era Barac, y debido a que él estaba inseguro acerca de las instrucciones proféticas de Débora para ir a la guerra en contra de un capitán cananeo llamado Sísara, ella le informó que el honor de matar a Sísara sería para una mujer. Ella tenía razón. Una mujer llamada Jael es recordada en la Escritura como la dama que clavó una estaca a Sísara mientras éste descansaba (ver Jueces 4). La historia termina con Barac cantando a dúo con Débora. Muchos de los versos están llenos de alabanzas para Débora y Jael (ver Jueces 5), y fue así, tal vez, como Barac llegó a ser un creyente del ministerio de las mujeres.

Una Tercera Profetisa

Una tercera mujer conocida en el Antiguo Testamento como una profetisa muy respetada es Hulda. Dios la usó para dar sabiduría profética confiable e instrucciones a un hombre, el problemático rey de Judá, Josías (ver 2 Reyes 22). De nuevo podemos ver un ejemplo de Dios usando a una mujer para instruir a un hombre. Es muy probable que Hulda fuera usada por Dios en su ministerio con cierta regularidad, de otra forma Josías no hubiera tenido fe para creer lo que ella le decía.Pero, ¿Por qué Dios llamó a María, a Débora y a Hulda como profetas? ¿Por qué no llamó a hombres?Ciertamente Dios pudo haber llamado a hombres para que hicieran exactamente lo que ellas hicieron. Pero no lo hizo. Y nadie sabe por qué. Lo que sí debemos aprender de esto es que debemos ser cuidadosos de no encasillar a Dios cuando se trata de a quién Él ha llamado a un ministerio. Aunque Dios normalmente escogió a hombres para las tareas del liderazgo en el Antiguo Testamento, algunas veces Él escogió mujeres. Finalmente, se debe notar que los tres insignes ejemplos anteriores acerca de ministerios femeninos en el Antiguo Testamento eran profetas. Hay algunos ministerios en el Antiguo Testamento a los que las mujeres nunca fueron llamadas. Por ejemplo, no hubo mujeres que hubieran sido llamadas a ser sacerdotes. Así, Dios podría reservar algunos ministerios exclusivamente para hombres.

Las Mujeres en el Ministerio en el Nuevo Testamento

Como dato interesante, encontramos también una mujer que fue llamada por Dios como profetisa en el Nuevo Testamento. Cuando Jesús tenía tan solo unos días de nacido, Ana lo reconoció y comenzó a proclamar que Él era el Mesías:“Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada. Había vivido con su marido siete años desde su virginidad, y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén” (Lucas 2:36-38, énfasis agregado).Note que Ana habló de Jesús a todos aquellos “que esperaban la redención de Jerusalén”, y por supuesto que esto incluía a los hombres. Por eso se puede decir que Ana enseñaba a los hombres acerca de Jesús.

Existen otras mujeres en el Nuevo Testamento a quienes Dios usa con el don de profecía. María, la madre de Jesús, está ciertamente dentro de ese grupo (ver Lucas 1:46-55). Cada vez que las palabras proféticas de María se leen en la iglesia, se puede decir que una mujer le está enseñando a la iglesia. (E indudablemente Dios honró a la mujer al enviar a su hijo a este mundo por medio de una mujer, algo que Él pudo haber hecho de cualquier otra forma).La lista continúa. Dios dijo a través de la boca del profeta Joel que cuando Dios diera de su Espíritu, los hijos e hijas de Israel profetizarían (Joel 2:28). Pedro confirmó que la profecía de Joel fue ciertamente aplicable en la dispensación del Nuevo Pacto (ver Hechos 2:17).Se nos dice en Hechos 21:8-9 que Felipe el evangelista tenía cuatro hijas que profetizaban.Pablo escribió acerca de las mujeres que profetizaban en las reuniones de las iglesias (ver 1 Corintios 11:5). También está claro por el contexto que los hombres estaban presentes.Con todos los ejemplos de la Escritura acerca de las mujeres usadas por Dios como profetisas y en la profecía, ¡ciertamente no tenemos ninguna razón para pensar que Dios no usa a mujeres en tal ministerio! Más aún, no existe nada que nos lleve a pensar que las mujeres no pueden profetizar a los hombres en el nombre de Dios.

Conclusión

Si tan sólo nos preguntáramos, “¿Qué podría estar básicamente erróneo con que las mujeres trabajen en el ministerio, sirviendo a otros con sus corazones llenos de compasión y usando los dones que Dios les ha dado? ¿Qué principio moral o ético se puede violar?” Entonces entendemos que la única violación posible de un principio sería si el ministerio de una mujer de alguna forma violara el orden de Dios en cuanto a las relaciones entre hombres y mujeres, esposos y esposas. En los dos “pasajes problemáticos” que hemos considerado, Pablo apela al orden divino del matrimonio como la base de su preocupación.

Nos damos cuenta, entonces, que las mujeres están restringidas del ministerio únicamente en un grado muy pequeño. En muchas otras formas, Dios quiere usar a las mujeres para su gloria, y Él ha hecho esto por miles de años. La Escritura nos habla de muchas contribuciones positivas que las mujeres han hecho para el Reino de Dios, algunas de las cuales ya hemos mencionado. No nos olvidemos que varios de los amigos más cercanos de Jesús eran mujeres (ver Juan 11:5), y que las mujeres sostenían su ministerio financieramente (ver Lucas 8:1-3), algo que no se dice de ningún hombre. La mujer que estaba cerca del pozo en Samaria le habló de Cristo a los hombres de su pueblo, y muchos creyeron en Él (ver Juan 4:28-30, 39). Una mujer discípula llamada Tabita “abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía” (ver Hechos 9:36).

Fue una mujer la que ungió a Jesús para la sepultura y Él la alabó cuando algunos hombres se quejaron de ella (ver Marcos 14:3-9). Finalmente, La Biblia nos dice que fueron mujeres las que lloraron por Jesús mientras Él cargaba la cruz por las calles de Jerusalén, y esto nunca se dice de ningún hombre. Estos ejemplos y muchos parecidos a estos, deben motivar a las mujeres a levantarse y cumplir con los ministerios que Dios les ha ordenado. ¡Las necesitamos a todas!

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